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viernes, 21 de junio de 2013

Y mira tú que estando lejos lo cerquita que te siento… por @ChicaCualquiera

Cádiz al atardecer /revistaecclesia.com
Como yo, muchos de ustedes sois carnavaleros pero de los forasteros. De esos que no tuvimos por piscina la Caleta y que no tuvimos por colegio el Gran Teatro Falla. De los que no dimos paseos agarrados de la mano de nuestro primer amor por la Alameda, ni de los que no crecimos viendo atardeceres donde el Sol viene a morir. De esos cuyo parque de juegos no fue el Parque Genovés, ni pasamos los domingos en alguna de esas plazas conectadas que tiene MI Cádiz, TU Cádiz, NUESTRO Cádiz (Cádiz la de alma de niña, Cádiz del barrio la Viña, cangrejos moros…).

Somos de esos que se sienten dueños de esa parcela de arte, de ilusión, de magia y de evasión. De belleza utópica, de ritmo contagioso y de color único (Los colores más bonitos los pintan los cieguecitos, ¡qué razón tenía el maestro!).

Somos de esos que mueren en un atardecer en sus playas, en un corrillo a ritmo de 3x4 en la Caleta o, incluso, con un simple coche que vemos por nuestra ciudad y lleva puesta nuestra comparsa favorita. (¡Qué bonita es Cádiz por la tarde cuando miro el solecito que se viene pal fresquito con la marea!)

Pero, por mucho que me duela reconocerlo, no es nuestro. Por mucho que soñemos con ello, no hemos nacido con sangre chirigotera (Cádiz jamás va a dolerte lo mismo que a mí, lo mismo que a mí me duele). Pero nuestros hermanos, los gaditanos, comparten su fiesta con nosotros año tras año. Algunos con intereses exclusivamente económicos; otros, con intereses artísticos, y la gran mayoría lo comparten porque si, porque el Carnaval es arte, y como tal, hay que contemplarlo, paladearlo, saborearlo, interiorizarlo y, en definitiva, disfrutarlo (Con cuatro acordes y dos garabatos el pasodoble del tres por cuatro con na en el mundo se pue comparar)

No olvidemos nunca que esas agrupaciones “de relleno” no ganan absolutamente nada con ensayar cuatro o cinco meses de nueve a doce de la noche, y encima se llevan esas críticas que todos hacemos durante el COAC con mejor o peor intención. Que las de cuartos venden unos pocos de cds en la calle y cantan en los tablaos de Cádiz para poder pagarse el tipo. Y que las “grandes”, las que escuchamos simplemente por su apellido, trabajan los fines de semana deleitándonos con sus coplas y privándose con ello de disfrutar con amigos, familia o pareja (Con San Juan se van los caracoles y llega el verano y por tantas ciudades, noches de festivales donde grito a los vientos que soy gaditano)

Somos unos afortunados gracias a la generosidad de nuestros vecinos gaditanos. Somos forasteros, pero aún así, disfrutamos de Cádiz tanto o más que sí hubiéramos nacido allí. Ya lo dijo la chirigota de Sevilla, allá por el año 2007… “Puede ser que sea una suerte no haber nacido en tu tierra, porque así soy tan de nadie que me vale cualquier calle pa inventar mi casapuerta…”.


Hasta la semana que viene ;)

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