No levantabas dos palmos del suelo cuando, de la mano de tu
padre, acudías cada tarde al local de ensayo de tu comparsa infantil. Recuerdo
que emitías sonidos por tu boca que algunos se atrevían a catalogar como
"pasodoble" pero era gracioso ver cómo lo sentías, cómo te movías,
cómo lo expresabas... En aquellos años, nuestra amistad fue más pura que nunca
y, si sentías algo, era verdadero.
No olvidaré aquellas tarde en tu casa, rodeado de viejos
libretos. Memorizando y absorbiendo todo lo que caía en tus manos: Martín, Paco
Alba, Fletilla... Soy muchísimo más viejo que tú, pero en esas tardes me
hiciste joven otra vez.
Todavía tengo en la retina tus lágrimas cuando te dejaron
fuera de aquella final de juveniles. Sé que llorabas porque deseabas con todas
tus fuerzas cantar una vez más en el Falla, porque sabías que era tu
último año en la cantera y querías despedirte en una final que nunca llegó. Lo
que si llegó fue tu debut en adultos. Que nervioso estabas... ¿Te acuerdas?
Sentías que se te paraba el corazón cuando el presentador os anunciaba y
levantaban el telón.
Nos necesitábamos. Éramos uno. Nada podía con nosotros. Tu
ponías la voz, las manos... y yo la magia... pero en algún momento del camino
todo se torció. Fue el día que recibiste la llamada de un autor que jamás fue
ni será tu amigo. El día que decidiste cambiar la vieja fábrica por la
multinacional. Algo se torció entre nosotros. Se metieron por medio el ego y el
dinero. Cuando se juntan esos dos yo no tengo nada que hacer.
Es curioso como ya no me mirabas como antes. Yo te pedía que
me prestaras la atención de siempre, pero tan solo querías saber de mi cuando
actuaba alguno de los que tú considerabas "enemigo".
Es curioso que, seguramente, entre esos "enemigos"
hubiese alguno al que considerabas compañero e incluso amigo. Qué más da. Ahora
no está contigo y si no está contigo está contra ti.
Ya no te aprendes nada. Tan solo lo tuyo. Lo tuyo siempre es
lo mejor, ¿verdad? Para qué vas a aprenderte la copla de alguien que no te
llega a la suela del zapato. Tú eres el mejor. El número uno. Por eso tenías
aquella cara de impotencia y aquellos ojos llenos de ira cuando te dieron aquel
cajonazo. ¿Quién se creen que son para privar al mundo de tu voz una noche más?
Ya no eres el que eras, quizá porque nunca fuiste quien yo
pensé. Algún día, cuando eches barriga y canas, cuando el paso del tiempo te
deje sin esa voz por la que tantas mujeres suspiran, cuando te sustituyan por
uno más joven, más guapo y con más tono, pasarás por el viejo local de ensayo y te
arrepentirás de haber dejado a tus amigos y de haber perdido el tiempo en un
mundo de luces y brillo tan falso como efímero. Algún día volverás a mí.
Tranquilo. No será demasiado tarde.
Tu amigo, Carnaval de Cádiz.
Que grande!
ResponderEliminarPreciosa gran verdad.
ResponderEliminarPreciosa gran verdad.
ResponderEliminarpreciosa verdad se me han soltado hasta las lagrimas amigos de la infancia que se pierden por culpa del puñetero carnaval
ResponderEliminargracias! :D
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