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lunes, 23 de septiembre de 2013

Amigo comparsista estrellita... por @pastranet

No levantabas dos palmos del suelo cuando, de la mano de tu padre, acudías cada tarde al local de ensayo de tu comparsa infantil. Recuerdo que emitías sonidos por tu boca que algunos se atrevían a catalogar como "pasodoble" pero era gracioso ver cómo lo sentías, cómo te movías, cómo lo expresabas... En aquellos años, nuestra amistad fue más pura que nunca y, si sentías algo, era verdadero. 

No olvidaré aquellas tarde en tu casa, rodeado de viejos libretos. Memorizando y absorbiendo todo lo que caía en tus manos: Martín, Paco Alba, Fletilla... Soy muchísimo más viejo que tú, pero en esas tardes me hiciste joven otra vez. 


Todavía tengo en la retina tus lágrimas cuando te dejaron fuera de aquella final de juveniles. Sé que llorabas porque deseabas con todas tus fuerzas cantar una vez más en el Falla,  porque sabías que era tu último año en la cantera y querías despedirte en una final que nunca llegó. Lo que si llegó fue tu debut en adultos. Que nervioso estabas... ¿Te acuerdas? Sentías que se te paraba el corazón cuando el presentador os anunciaba y levantaban el telón. 

Nos necesitábamos. Éramos uno. Nada podía con nosotros. Tu ponías la voz, las manos... y yo la magia... pero en algún momento del camino todo se torció. Fue el día que recibiste la llamada de un autor que jamás fue ni será tu amigo. El día que decidiste cambiar la vieja fábrica por la multinacional. Algo se torció entre nosotros. Se metieron por medio el ego y el dinero. Cuando se juntan esos dos yo no tengo nada que hacer. 

Es curioso como ya no me mirabas como antes. Yo te pedía que me prestaras la atención de siempre, pero tan solo querías saber de mi cuando actuaba alguno de los que tú considerabas "enemigo".  

Es curioso que, seguramente, entre esos "enemigos" hubiese alguno al que considerabas compañero e incluso amigo. Qué más da. Ahora no está contigo y si no está contigo está contra ti. 

Ya no te aprendes nada. Tan solo lo tuyo. Lo tuyo siempre es lo mejor, ¿verdad? Para qué vas a aprenderte la copla de alguien que no te llega a la suela del zapato. Tú eres el mejor. El número uno. Por eso tenías aquella cara de impotencia y aquellos ojos llenos de ira cuando te dieron aquel cajonazo. ¿Quién se creen que son para privar al mundo de tu voz una noche más? 

Ya no eres el que eras, quizá porque nunca fuiste quien yo pensé. Algún día, cuando eches barriga y canas, cuando el paso del tiempo te deje sin esa voz por la que tantas mujeres suspiran, cuando te sustituyan por uno más joven, más guapo y con más tono,  pasarás por el viejo local de ensayo y te arrepentirás de haber dejado a tus amigos y de haber perdido el tiempo en un mundo de luces y brillo tan falso como efímero. Algún día volverás a mí. Tranquilo. No será demasiado tarde. 

Tu amigo, Carnaval de Cádiz.

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