Pensaba que no lo diría nunca pero así fue. El sábado tuvo
lugar mi primera vez. El sueño que llevaba varios años persiguiendo por fin se
cumplió y pude ir a una sesión del Falla.
Pensaba que no lo diría nunca porque no era esta la primera
vez que lo intentaba, pero el antiguo método de venta de entradas no me lo
permitía. No obstante hace dos semanas tras varias horas de improperios
lanzados vilmente contra la ya famosa “cola virtual” por fin pude conseguir
entradas para la sesión del día 8. Con todo el follón que armé ni vi el sitio
del teatro para el que estaba comprando las entradas. Desde ese día y aun
faltando dos semanas ya estaba nervioso.
No se recuerda día con más agua en Cádiz desde la vez
aquella que llovió tanto que tuvieron que meter a los animales en un arca,
fíjate como fue aquello que hasta le dedicaron una chirigota. No podía pasar
por Cádiz sin parar en la Peña Nuestra Andalucía, todo un símbolo del Carnaval,
cuna de grandes comparsistas de ayer y hoy como el gran Pepe Silva, con quien tuve
el placer de charlar y como no, APRENDER un poco más de la gran fiesta
gaditana. Visita obligada para todo aquel carnavalero que pase por Cádiz. Y a
todo esto, seguía lloviendo. Mucho. Pero ahí estaba yo, en la cola cantando la
presentación de El chaparrón desde las 7 de la tarde.
En mi entrada ponía claramente “palcos 2º- palco 11” pero
entre los nervios, las prisas y que se me estaban cayendo los bocadillos que
llevaba dentro de la chaqueta, ahí donde vi “palcos”, busqué el 11 y ahí me
metí.
Nada más entrar en el palco lo primero que sentí, antes que
emoción o sentimiento por estar por fin en el Falla, fue un destello fuerte que
me dejó noqueado unos segundos. Cuando al fin abrí los ojos pude vislumbrar la
calva de Germán García en el palco de al lado, brillando cual bola de Las
pitorrisas con la luz de los focos. El palco contiguo al mío era el de Onda
Cádiz. “¿Qué pasa?” “Po’ na, aquí estamos”. Tío de pocas palabras nuestro
Germán.
El sitio era inmejorable, a escasos metros del escenario, a
poca altura y con la oportunidad única de asistir a una inesperada clase de
periodismo por los compañeros de la televisión gaditana, a los cuales hay que
elogiarles por el buen trabajo que hacen durante la retransmisión aunque sí que
es verdad que no les vendría mal un tercer colaborador... ¡Enrique! ¡Miriam!
Soy el que os corrigió cuarenta veces durante el repaso a las agrupaciones, que
aquí pa’ lo queráis eh, mi Twitter está en el título del artículo. No soy tan
guapo como Enrique pero las dietas salen más baratas que las del Canijo. Yo le
dejó ahí.
Pero evidentemente no iba a ser todo tan bonito. Aquel no era
nuestro palco y sí el de dos señoritas que con la que estaba cayendo se podrían
haber quedado en su casa viendo el Carnaval por Onda Cádiz en la estufa. Pero
no. ¿Quién me iba a decir que “palco 2º” se refería a los palcos del segundo
piso? Si es que hay que tener maldad… Así que a media hora para el comienzo de
la función nos tuvimos que cambiar de sitio. El “palcos 2º- palco 11” podía ser
de largo el peor sitio de todo el Falla. Pero yo era feliz, aquello era un
sueño. El hecho de que de “Los cuatro reinos” solo viera al de la derecha no me
iba a estropear ese día que por seguro no olvidaré nunca. Y qué pedazo coro… No
sé si será por la emoción del teatro pero nunca un coro me había hecho sentir
lo que el de Nandi. Para mí el mejor que ha pasado hasta ahora por el Concurso.
Esa cuarteta con la música del musical de “Los miserables”, del que me declaro
fan absoluto, me caló muy hondo…
Llegaba el turno de la gran esperada de la noche. El segundo
premio de 2013 sorprendió a los presentes “desnudando” al Falla y sacando a
relucir lo que ocurre detrás del escenario con esos Hombres de negro, esos
tramoyistas que como monten una comparsa se iban a enterar más de cuatro lo que sueltan sus gargantas. Y
bien que nos enteramos, más de cuatro y más de mil personas que nos
encontrábamos allí esa noche. Qué manera de cantar la de este grupo que, aunque
ya era una maravilla el año pasado, este año con la incorporación de Toni Piojo
y una mejoría considerable en la afinación se han convertido posiblemente en el
mejor grupo vocal del Carnaval actual, con permiso del de Martín y el de Juan
Carlos. Una pasada de comparsa que seguro que va a pelear por todo este año.
Luego llegó “la mía”. Esa a la que, sin conocer personalmente
a los componentes más que de un par de charlas en un par de bolos, yo considero
“mi” chirigota, la de Sevilla. La que sin yo haber aportado ni una palabra a
las letras de sus coplas reflejan año tras año lo que siento como sevillano
amante del Carnaval. Y volvieron a hacerlo. Volvieron a romper una vez más las
barreras que por defecto se les imponen a las agrupaciones de fuera de Puerta
Tierra y volvieron a enamorar al teatro, que acabó cantando “chirigota,
chirigota”. Después de un pasado año complicado, se lo merecían.
La sesión siguió con la comparsa de Pedrera “Habana Music
Club”, que aunque a mí no me desagradó algunos la consideran la “Herederos del
Levante” de este año, una buena chirigota como “Los rebañaos”, que a pesar de
la simpleza de la idea se puede colar en cuartos perfectamente y la chirigota
“Este año me retiro”, amén del doblete malagueño de “Los musicantes” y “Los
malabares”. Grupos que, sin ser ningún primer premio, a mí me supieron a gloria…
Y tras ellos se cerró el telón. A esas horas de la noche,
con la que nos había caído y después de tantas horas levantados, lo agradecimos
bastante. Con la bajada del telón llegó el frío al Falla. Los últimos rezagados
abandonaron los palcos y el patio de butacas y con ellos ese calorcito que por
sí mismo parece emanar el teatro con ese rojo que lo colorea todo. Yo me quedé
allí unos minutos más haciéndome las fotos de rigor y disfrutando del encanto
del coliseo vacío. Los cantes de las comparsas y los aplausos del público
dejaron paso a un silencio solo roto por los murmullos de los periodistas que aún
se encontraban en el foso. Hasta así impresiona el gran teatro. Tuvieron que
venir a echarnos porque por mí me hubiera quedado allí camuflado cual duende “colorao”
esperando hasta la sesión del día siguiente.
Me despedí de aquel lugar como el que lo hace de la casa de
un ser querido con la esperanza de volver lo más pronto posible. Aún tengo
grabado ese rojo carmesí del telón, esos gritos del público, esas risas, esas
voces de las agrupaciones…
Dicen que la primera vez nunca se olvida. Y tanto que no se
va a olvidar…
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